Hace unas semanas tuve la ocasión de reunirme con unos amigos con motivo a las fiestas patronales de Donostia-San Sebastián. Tras una larga sobremesa, acabamos en el «Hollywood», donde nos abastecimos para llegar a casa en condiciones. Y aquí, entre tangos y jazz, comenzamos a platicar sobre literatura y música. Llegados a este punto nuestro anfitrión nos indicó un libro de su estantería: «Rayuela» de Julio Cortázar. Nuestro anfitrión rememoraba los «piolines«, aquellos hilos de colores que llevaba Horacio Oliveira siempre en los bolsillos de sus pantalones, con ellos fabricaba sus efímeras esculturas y luego las quemaba. Los mismos piolines con los que se encierra en la habitación del manicomio, usándolos como trampas para los que quieran penetrar en ella, defendiendo así su zona. Así, hablando, llegamos a la conclusión de que este magnífico libro habría que leerlo a una edad más juvenil, si nos atenemos al sentido de Rayuela, y siguiendo claves del libro que nos da propio Cortázar: «Lo único que tenía era un repertorio de preguntas, de cuestiones, de angustias (…) teníatodo ese mundo de insatisfacción, de búsqueda del kibbutz del deseo, para usar la metáfora de Oliveira. Eso explica que el libro resultó un libro importante para los jóvenes…» Para los que sienten esa «oscura tomada de pelo…» Evidentemente, a nuestra edad ese repertorio de preguntas se ve acallado por el omnipotente peso de las facturas. Sin embargo, si participamos de algo similar al «Club de la serpiente» (y quien no). «Noches en Paris, jazz, bebida, un grupo de amigos, y jazz y más jazz», así lo definía el autor.
Cortázar fue un maestro del relato y revolucionó la idea de novela contemporánea con Rayuela. Rayuela fue escrita para sorprender, animando al lector a hacer su lectura de dos formas: la manera tradicional – orden cronológico –, o siguiendo la numeración que Cortázar indicaba al final del capítulo – como el popular juego infantil que da nombre a la obra. Esta segunda forma de lectura incluía los “capítulos prescindibles”, que poco o casi nada aportaban a la trama original, puesto que eran poemas o recortes de periódicos; sin embargo, contribuían a extender la atmósfera mágica que rodeaba a sus personajes.
Pero a punto de cumplirse los 25 años de la muerte del escritor Julio Cortázar (12 de Febrero de 1984, en París), lo que no sabía Cortázar es que habría una tercera, la manera que tuvo Pilar Peyrats Lasuén hace unos años. Jazzuela es un libro-CD – editado en 2001 – y recuperado en la actualidad por la editorial Satélite K. Las referencias musicales salpican a parte de la trama de la obra, que además son objeto de disfrute y conversación de Oliveira, la Maga o Gregorovius – algunos de sus personajes – en el minúsculo piso del barrio Latino en el que se hacinan y se refugian del mundo en el Club de la Serpiente. En este libro-CD Pilar Peyrats realiza un viaje por la banda sonora de esos encuentros que cuenta Rayuela.
Jazzuela recopila los temas de jazz y blues a los que hace alusión Cortázar, junto con la cita de los capítulos de Rayuela en que aparecen. Incluye los temas principales de la obra y dos más que, a pesar de no ser mencionados, sí estarían implícitos en la narración, en total 69 minutos de duración. Por su parte, el cuadernillo, consta de 144 páginas, en el que podemos encontrar los capítulos del libro, y una valiosa introducción y numerosos artículos sobre la vinculación del escritor con el jazz.
Pero también encontramos una biografía musical en la que se nos explica la evolución del bebop, esa variación del jazz más tradicional que nació a principios de los 40 en las jam-sessions de los locales nocturnos de Nueva York y que estuvo protagonizada, no sin «cierto dramatismo existencialista», por virtuosos como el saxofonista Charlie Parker, el trompetista Dizzy Gillespie, los pianistas Thelonious Monk y Bud Powell o el batería Kenny Clarke.
Hay en el bebop una reivindicación de la creatividad personal, de la ruptura con lo estandarizado, ya que «en el jazz primitivo la improvisación apenas existe». Además, cuando el swing predomina, sobre todo con grandes big bands, «las individualidades quedan parcialmente sacrificadas a la colectividad». Por tanto, el acento, las brechas, los juegos estilísticos de este tipo de música se articulan de la misma forma que Cortázar estructura (o des-estructura) su propuesta de novela.
Leer o escuchar (ó leer y escuchar) una obra u otra, es adentrarse en un mundo donde en cualquier esquina o Café aparecerá la orquesta de Duke Ellington, la voz de Bessie Smith, el saxo de Coleman Hawkins o la trompeta de Dizzy Gillespie… Para Horacio «… el jazz es un pájaro que migra o emigra o inmigra o transmigra… es la lluvia y el pan y la sal». Un ejemplo de la música del libro:
No es la primera vez, ni la última, que Julio Cortázar se interesa en el jazz, y especialmente en el bebop, para encontrar un símil con su escritura. En El Perseguidor – considerado el mejor y más completo relato de toda su obra – el escritor argentino narra los últimos años de vida de Johnny Carter (en homenaje al músico Charlie Parker), un saxofonista que quiere moverse en un tiempo diferente al común a través de la música. Como contrapartida, el narrador (Bruno) es un crítico de jazz que pretende llenar las páginas en blanco con lo que siente al escuchar sus temas preferidos. Uno, improvisa, lleva una vida desordenada de drogas y alcohol. Es médium, enlace a otros mundos. Otro, metódico, representa la realidad, la estabilidad de un trabajo más o menos rutinario, casado, y de un cierto puritanismo que él mismo reconoce. La libertad y las cadenas se miran de frente y dialogan a través de la escritura y el sonido.
En el siguiente vídeo el propio Cortázar nos narra un fragmento de «El Perseguidor«
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=IxqwaJfDMxM&feature=player_embedded#! [/youtube]
Oooh. Gong, si es como la de mi ciudad (Barcelona), dan muy buen servicio. Tuvimos una dependienta, que se jubiló hará ocho años, que si le tarareabas o cantabas mínimamente cualquier cosa te sacaba el disco o te decía el nombre sin vacilar. Ella misma cantaba en su sección, Música Clásica y New Age, sin ninguna inhibición, cuando sonaba ópera.
El señor que digo tenía una tienda minúscula con unos 5000 discos pero todos ellos una maravilla. Y un gramófono para discos de piedra. Supongo que como otras tiendas no engranadas en una cadena sucumbió.
Eres muy amable, te lo agradezco.
Marta
Apreciado Savinio: estaba fuera del centro. No en la parte vieja, en unos bloques más bien nuevos, y en el interior de una galería comercial. Pero no tiene tanta importancia. Me quería aprovechar de tu afición a la música.
Muchas gracias, saludos,
Marta
Quizás podría ser Gong Discos en la Plaza Irún , 6 (Centro Comercial Arco Amara). Es profesional pero no es pequeña. Tienen Página web. No sé… Paciencia
Esa es la dedicatoria, sí, en tinta verde, supongo que no por adhesión con alguna monarquía. Desconocía el parecer de Borges, que me interesa sobremanera, como su elección por la milonga por encima del tango. Pero si sé, por una filóloga porteña, de apellido italiano, cervantista, que los apellidos europeos que gozan de mayor prestigio en Argentina son los vascos. Es como un pedigree.
Si tienes la amabilidad tal vez podrás decirme, ya que vives en Donostia, si sigue allí, en unas galerías comerciales creo, una minúscula pero exquisita tienda de discos donde pude comprar tres CDs y, lo que fue inolvidable, oír por primera vez un disco de piedra. El dueño tal vez tendrá ahora 60 años y entonces 50, pero todo eso se pierde en la noche de mis tiempos.
Que conserves la vista y tu talento paleográfico porque a mí me costó un montón transcribir para mi blog la buena letra de Lezama, cuya novela simplemente adoro.
Un placer.
Marta
Estimada Marta:
Con los datos que me das de la tienda de discos no te puedo ayudar mucho. ¿Sabés la zona en la que estaba? ¿En la parte vieja? Centros comerciales no hay muchos en San Sebastian Está Garbera, pero a las afueras, en Intxaurrondo. Si está en la ciudad, lo más parecido a un centro comercial es el mercado de la Bretxa, cerca de la Parte Vieja. Allí al lado, en la calle San Juan, nº 9 todavía existe una tienda de discos llamada Beltza Records, Disculpa por no ofrecerte más información.
Saludos
En Los libros firmados de Cortázar hay una dedicatoria de José Lezama Lima, a Paradiso donde el poeta le recuerda el común ancestro vasco, cosa en la que yo nunca había recaído. ¿Lo tenía presente Cortázar? No me precio de haber leído toda su obra, así que no tengo manera de saberlo.
Un saludo,
Marta
Estimada Marta:
Supongo que te refieres a la dedicatoria de Paradiso:
“Para mi querido amigo Julio Cortázar, el mismo día que recibí su magnífica Rayuela, le envío mi Paradiso. Entre Ud. y yo hay un cariño muy grande, sin habernos casi tratado, a veces se lo atribuyo al común ancestro vasco, pero otras me parece como si los dos hubiéramos estudiado en el mismo colegio, o vivido en el mismo barrio, o a que cuando uno de nosotros dos duerme, el otro vela y lee en la buena estrella.
Pronto le escribo sobre su novela. Venga otra vez por La Habana, todos nosotros lo recordamos y lo admiramos. Y lo esperamos siempre.
Mi mejor abrazo es para J. Cortázar. Suyo, J. Lezama Lima”.
No sé hasta a qué punto lo tenía presente Cortázar. Sin embargo, existe un artículo Pedro Ugarte que puede aclarar el tema. Según Ugarte » Ser vasco tiene mérito mitocondrial, es una cosa genética, los vascos no hemos destacado en eso en que suelen destacar los hombres: escribir novelas, erigir catedrales, componer sinfonías, formular leyes científicas. Lo más parecido a algo memorable que han hecho los vascos es patear un balón, orillando la evidencia de que, en efecto, lo patean, cuando los que son buenos en eso más bien lo acarician. La visión de los vascos como seres incapaces de obras memorables es responsabilidad de Borges. Borges escribió que los vascos, al margen de la historia, no hemos hecho otra cosa que ordeñar vacas. Porque serán pocos los que critican a los vascos, pero cuando lo hacen no se andan con medias tintas. Menos aún los vascos que despedazan a su pueblo sin piedad. Se me ocurre Juaristi.»
Y más adelante centra la cuestión entre Lezama Lima y Cortázar:». El cubano echa mano del «común ancestro vasco» para emparentar con un argentino nacido a miles de kilómetros. Y el comentario confirma que los méritos del vasco son biológicos, genéticos (digamos, del National Geographic), y nunca culturales (digamos, de la Enciclopedia Británica). Pero cuando Lezama baraja otras razones para acercarse a Cortázar en realidad dice lo mismo, porque la mayoría de los vascos ha estudiado en el mismo colegio o vivido en el mismo barrio. Se atornillan a su origen, se amachimbran a la tierra. Si parecía que Lezama y Cortázar habían estudiado en el mismo colegio o vivido en el mismo barrio, es que, en realidad, son de la misma cuadrilla. Así no hay duda: ser vasco es un destino, en La Habana o en La Argentina. Resulta imposible convertirse en exvasco.»
El artículo de Pedro Ugarte lo puedes leer en: http://www.elpais.com/articulo/pais/vasco/Ex/vasco/elpepiesppvs/20120114elpvas_17/Tes