La serie Totems del fotógrafo Alain Delorme nos introduce en el corazón de la China contemporánea y su complejidad. Bajo el ácido cielo azul de Shangai los hombres atraviesan la ciudad transportando pilas de objetos inverosímiles. Las columnas precarias, formadas por cartones y cajas, parecen los nuevos totems de una nueva sociedad en transformación, a la vez que oficina del mundo y el nuevo Eldorado de la economía de mercado.
Como Eugène Anget en el siglo pasado, Alain Delorme parece dibujar aquí el retrato de los trabajadores de la calle de Shangai. En una sociedad china fascinada porla locura de sus grandezas, él elige posar su mirada sobre los individuos que recorren el asfalto de la ciudad. Sin embargo, formalmente, el autor se aleja del estilo documental y su neutralidad fingida, adoptando casi siempre cierta frontalidad. La imagen se organiza entonces en estratos horizontales, como un corte arqueológico. De la acera al inmueble, los planos se escalonan y hacen coexistir las diferentes temporalidades urbanas: lo cotidiano, lo efímero, el movimiento incesante de los paseantes, y el de las grandes transformaciones, el de los obreros y los nuevos edificios. Más allá del equilibrio de estas composiciones, el autor rompe las reglas del género documental, jugando con el montaje y el color para presentarnos una especie de <<realidad aumentada>>. Así pone al día las paradojas de la ciudad más dinámica de China.
En estos clichés, hombres sobre sus bicicletas o arrastrando una carreta en la que transportan neumáticos, botellas, cajas… En esta diversidad existe un punto común: no dejan de pasar. Atraviesan las imégenes como recorren la ciudad, sin pararse nunca. Estos emigrantes venidos de toda China son el corazón de la <<nueva oficina del mundo>>. Gracias a estos siervos, esta población flotante es la mano de obra del milagro chino, la otra cara del logro económico del imperio. El autor nos muestra a los actores de una segregación a la vez urbana, social y económica. Entones parecen como desplazados en ese Shangai soleado de vivos colores. Alain Delorme derriba el orden visible, subrayando el aislamiento por el contraste creado entre la forma de la representación, los colores casi publicitarios, y los sujetos de sus clichés. Estos hombres devienen entonces en los héroes de ese nuevo mundo, en el que la fuerza parece decuplicada. Los creemos capaces de cualquier proeza, manteniendo el equilibrio aleatorio de sus fardos insólitos con destreza.
Pues sus cargas se balancean peligrosamente en el aire, estructuras efímeras en equilibrio inestable. A la manera de los nuevos realistas, Alain Delorme dibuja sutilmente ese fragmente de realidad y le confiere una significación imperceptible. Las pilas de objetos se convierten en esculturas, en verdaeras obras de arte. Siguiendo el proceso de fetichización, pierden su valor utilitario en beneficio de un valor simbólico. Los objetos, por naturaleza, reproducibles e intercambiables parecen adquirir por su acumulación una dimensión casi sagrada. Pero ¿ cuáles de esos productos <<Made in>> son los totems? Pues su papel aquí es ambiguo, axfisiante mientras permanezcan visibles para los trabajadores de la gan ciudad. Por un lado el hombre permanece hundido bajo los objetos, es el ferviente servidor, está sumergido por la desmultiplicación de él mismo. Los objetos manufacturados se transforman entonces en ídolos paganos de la sociedad de consumo. Por otro lado, estas esculturas provisionales parecen derribar el orden establecido, el individuo distinguiéndose así en el gigantismo del mundo urbano. El hombre, identificándose en esta elevación, ya no es intercambiable y accede a la singularidad en la multitud.
Alain Delorme parece crear un eco entre estos totems manufacturados y las construcciones en segundo plano, transformadas ellas mismas en esculturas contemporáneas. Con una mirada impregnada de humor y poesía, Delorme nos lleva al corazón del nuevo <<sueño chino>>. Alejadas de cualquier himno materialista, estas imágenes muestran la superabundancia de objetos basculando casi al asurdo y dejan entrever la complejidad de un país a punto de reinventarse. Entre sueño y realidad, caen las escalas de valores y se alteran las fronteras entre lo visible y lo invisible.
Texto de Raphäele Berto
Web de Alain Delorme
Lo pudimos ver en la sala Rekalde de Bilbao durante el pasado mes de agosto de 2011
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