Durante la Primera Guerra Mundial, uno de los peores puestos en el ejército francés fue el de cortador de alambradas, el explorador designado para cortar el alambre de espino de la red de alambradas creada por el enemigo; una función que apenas tenía protección y situado siempre en lugares expuestos. Para mejorar sus posibilidades, el ejército presentó este especie de escudo o tanque para un solo hombre. En mayo de 1917, la revista Popular Science Monthly lo describía así:
En la ilustración anterior se muestra un dispositivo que ha sido empleado por los franceses para que el explorador pueda trasladarse por los lugares más expuestos del frente y dándole una mínima protección. El dispositivo está ideado para que se parezca a un cañón roto o desechado y así no levantar las sospechas del enemigo. El artilugio está provisto de aberturas a través de las cuales el explorador pueda ver y respirar. Las ruedas, aunque aparentemente oxidadas y viejas, son suaves y silenciosas. El explorador arrastrará con sus piernas el pequeño tanque, moviéndose con cautela, a razón de pulgada y media por minuto en los momentos críticos.
«La principal ventaja de este escudo sería la de proteger a los soldados que tienen la obligación de limpiar las alambradas montadas por el enemigo. Hasta ahora la vida del cortador de alambrads era muy arriesgada. Incluso bajo la protección que otorga este escudo-tanque, la suya no es una tarea fácil. Antes, su única oportunidad residía en ocultarse, por lo tanto, un dispositivo como este, que puede deslizarse poco a poco hacia delante o hacia atrás, puede llegar a ser su salvación.»
El artículo de la revista Popular Science Monthly también consideraba las posibilidades de este dispositivo dispositivo cuando entrase en servicio a la hora de abrirse paso y desafiar a la muerte a través de una lluvia de metralla lanzada en sus narices por el enemigo. Pero creían que esto era problemático ya que el dispositivo no estaba hecho para moverse con rapidez en «tierra de nadie».

Alambradas en tierra de nadie. Este sería el paisaje por el que tendría que trabajar nuestro explorador

Ambos bandos utilizaron corazas de hierro de más de 11 kg de peso. Los alemanes fabricaron medio millón de corazas de hierro. Via: En tierra de nadie
Fuente: Futility Closet
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