Diseñada por los donostiarras Rocío Peña y Mario Sangalli —socios del estudio que fundara en 1988 Luis Peña Ganchegui, fallecido hace dos años—, la Casa Urrezkoenea se sitúa en una parcela con fuerte pendiente cerca del municipio guipuzcoano de Guetaria. Orientada hacia el Norte, con espectaculares vistas al mar, la vivienda se  adapta con sus formas curvas a la topografía del terreno, buscando protección frente a los fuertes vientos reinantes en la zona e intentando conseguir el máximo soleamiento posible. Como explican sus autores, «de los condicionantes del lugar se derivan tanto el deseo de desaparecer como la necesidad de proteger, en aquellos  días, frecuentes en nuestra costa, en los que el viento del noroeste y la lluvia convierten el lugar en desapacible. El camino gira buscando esa protección del viento,  convirtiéndose en muro que se pliega y busca un lugar profundo desde el que mirar ese paisaje. Las vistas aparecen y desaparecen en este caminar para hacerlas menos  evidentes».

La casa es de madera y hasta el muro de hormigón lleva la huella del encofrado como textura y único ornamento. Las cubiertas planas de madera se mimetizarán cuando se tiñan de gris con el paso del tiempo.

“Pensamos que la vivienda no está acabada, porque esperamos que el lugar la haga desaparecer, aún más, con esa cubierta que como una melena acabará de desdibujar  unas formas que pretenden no ser rotundas ni rigurosas sino una parte más de ese terreno”. En el hormigón ya se acumula el verdín de ese lugar tan lluvioso. Y los arquitectos lo imaginan cubierto de glicinia con el pasar de los años.

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