Un bulo, (también conocidos como «hoax» en inglés) o noticia falsa, es un intento de hacer creer a un grupo de personas que algo falso es real. En castellano el término se popularizó principalmente al referirse a engaños masivos por medios electrónicos (especialmente Internet).
Un Bulo (Hoax) es una información engañosa propagada con algún fin concreto: como broma, para que sea difundida por los medios de comunicación a pesar de ser falsa, causar conmoción social, a modo de sátira, criticar o avergonzar a alguien, obtener visibilidad o incluso simplemente para mofarse de la gente más crédula. Ejemplos bien conocidos: el famoso Vídeo de la autopsia a un extraterrestre o el Priorato de Sión mencionado en El Código Da Vinci. (Algunos bulos genuínamente españoles van dirigidos a dañar o difamar a ciertas personas o incluso llamando al boicot Ej: Los músicos de La Oreja de Van Gogh y su extraña relación con el grupo terrorista ETA.) Todo falso.
El libro “Notas de Cocina de Leonardo da Vinci”, publicado por la editorial Temas de Hoy (Planeta), y del que se llevan vendidos 75.000 ejemplares es un ejemplo de lo anteriormente dicho. A pesar de su éxito, sus lectores deberían saber que su contenido es pura broma, que el supuesto manuscrito original de Da Vinci que se denominó “Codex Romanoff” no está en el museo de l´Hermitage (Leningrado) como algunos piensan ni en poder de los herederos del genio renacentista. No está porque no existe. Hablamos de un libro imaginado cuyo contenido es completamente falso.
El libro “Leonardo´s kitchen note books” lo escribieron una pareja de historiadores, Shelagh y Jonathan Routh, sin otra intención que divertir a sus lectores. Tan claro había sido su propósito que en Londres se presentó a la prensa el día de los inocentes, “The fool´s day”, el 1 de abril de 1987.
Esta pareja de historiadores fueron lo bastante hábiles como para reinterpretar una amplia gama de bocetos y dibujos de Leonardo para relacionarlos con alimentos y diversos útiles de cocina. De hecho, algunas fortificaciones masivas se convierten en estancias ceremoniales, unos complejos motores se muestran como un dispositivo para eliminar las ranas del agua potable, y así sucesivamente. También mencionan que el genio de Leonardo inventó la pastilla de concentrado de caldo precursor de los cubitos Maggi o el Estalux modernos. Y así innumerables ejemplos. ¡Ja, ja!
Otro ejemplo del humor de estos historiadores es atribuir a Leonardo nada menos que la invención del bocadillo:
″El pan y la carne I:
Me he puesto a pensar en tomar un trozo de pan y colocarlo entre dos pedazos de carne, mas ¿cómo deberé llamar este plato?.
El pan y la carne II:
¿Y si dispusiera la carne entre dos trozos de pan?.
El pan y la carne III:
(…) La rebanada de carrillo de buey deberá ir entre sendos pedazos de pan y no al revés. Será un plato como no se ha visto nunca antes en la mesa de mi señor Ludovico Sforza. Ciertamente, se podría disponer toda suerte de cosas entre los panes: ubres, testículos, orejas, rabos, hígados. Los comensales no podrán observar el contenido al entrarle con sus cuchillos. Lo llamaré, por esta razón, pan con sorpresa″.
Jose Carlos Capel, quien estuvo a cargo de la edición española desveló esta broma divertida hace algún tiempo y como anécdota nos cuenta algunos detalles que los autores del libro introdujeron a modo de trampa y que él tuvo que retirar para la edición española: «Dos ingredientes como las alubias y el maíz, productos americanos que a principios del XVI eran desconocidos en Europa. En cambio, respetamos los dibujos originales como el de la máquina de pelar patatas, artefacto absurdo porque tampoco estos tubérculos habían llegado al puerto de Sevilla.»
El Códice Romanoff, la presente recopilación de notas inéditas de Leonardo, referidas a su curiosidad y su creación en torno a la cocina, la mesa y las costumbres gastronómicas de su tiempo, es una broma perfectamente urdida, uno de los juegos editoriales más simpáticos de la literatura gastronómica.
Realmente interesante el artículo. A pesar de que las afirmaciones puedan ser falsas, la lectura es sumamente divertida. En cualquier caso, en el prólogo se habla de presunción histórica y se resalta que resulta imposible comprobar la autenticidad del Codex Romanoff, si existiera.
Soy uno de los ingenuos que se lo han creído y no me importa. Me he reído leyéndolo y cuando he sabido que era broma me he reído aún más. Me alegro de haber picado en broma tan ingeniosa, se lo merece.
Estimado Juan:
Me alegro que te lo hayas tomado con humor. He trabajado durante años en una librería y se vendía muy bien. Incluso he oído a famosos cocineros hablar del libro como base de inspiración…
Saludos
Es muy importante que las personas aprendamos a distinguir lo genuino de lo falso. que no confundamos conocimientos con información.
saludos y gracias
Estimado Luciano:
En efecto, esa es la clave. Hace años trabajaba en una de las mayores librerías de Madrid, cuando editaron este libro. Yo sabía que no era de Leonardo. Amigos míos me encargaban el libro. Yo les explicaba que era una broma, pero ni por esas, la gente no podía dejar de pedir el libro porque la marea informativa y repetitiva sobre este producto era imparable. Es un ejemplo más del uso que se hace de la información, que a base de repetición se afirma en la sociedad de consumo. Porque no nos olvidemos que la cultura actual no deja de ser un producto de consumo más. ¿Que podemos espera de una sociedad en la que el artista se define así mismo como tal? «hoy en día el único criterio de identificación de un artista es que el propio artista declare serlo. Lo cual es chocante porque no es panadero quien dice serlo sino aquel que vende pan»
Gracias por el comentario y Saludos