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<<En este momento todo lo vemos violeta, pero ya pasará>> Jean Dolent: ”Amoureux de l´art” 1888.

El Museo Van Gogh de Amsterdam ha estado cerrado por obras de acondicionamiento durante siete meses.  Acabadas las obras, el museo ha abierto de nuevo sus puertas y a partir del 1 de mayo ha organizado «Van Gogh en su taller», una exposición conmemorativa especial que recoge los resultados de ocho años de investigación en torno a la figura del pintor de Zundert. El museo ha podido reunir obras tan conocidas como «Los girasoles», «El dormitorio», «Lirios», «Trigal con cuervos» y «Los comedores de patatas».

A finales del mes de abril, el New York Times adelantaba que habría sorpresas con algunos de los colores empleados por el pintor holandés. Así, por ejemplo, el cuadro «El dormitorio», (el dormitorio pintado cuando Van Gogh estuvo alojado en Arlés), cuyas paredes siempre las hemos visto pintadas en azul, en realidad Van Gogh las habría pintado originalmente en color violeta.

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Versión digital de «El dormitorio» mostrando las paredes de color violeta

También se han descubierto novedades respecto a la manera de trabajar de Van Gogh. Frente al mito del artista romántico que luchaba con sus demonios e improvisaba, los nuevos hallazgos nos muestran a un Van Gogh metódico y racional en su forma de trabajar. Mediante el uso de un microscopio de electrones y espectrometría de fluorescencia de rayos X (que permite revelar partes de pigmentos pero sin tomar muestras invasivas), los investigadores vieron que al principio Van Gogh utilizaba marcos de perspectiva como guía para dibujar en el lienzo y así representar correctamente las proporciones y la profundidad de campo de sus paisajes. Posteriormente, a medida que mejoró su dominio, abandonó estas rejillas. Como muchos artistas, volvió a trabajar en determinados cuadros varias veces para perfeccionar un efecto deseado.

Sin embargo, según Nienke Bakker, comisario de la exposición, el descubrimiento más importante fue el de su paleta. «Ahora sabemos mucho más acerca de los pigmentos utilizados por Van Gogh  y cómo puede ser que hayan cambiado de color con el tiempo». «Es crucial para nuestra comprensión de sus obras, y conocer mejor la forma de tratarlos. Los colores siguen siendo muy vibrantes, pero habrían sido aún más brillantes, especialmente los rojos. Algunos de los rojos eran mucho más brillantes o han desaparecido por completo desde que los pintó «.

Ralph Haswell, científico jefe de Shell Global Solutions, quien prestó sus laboratorios al museo, expresaba la importancia que tuvo a finales del siglo XIX y principios del XX turno el hecho de que los artistas comprasen los pigmentos en tiendas en lugar de prepararlos en el estudio. El descubrimiento en 1856 del púrpura de Perkin, el primer tinte de anilina, sentó las bases para el desarrollo de cientos de tintes y pigmentos sintéticos. Este tinte fue descubierto por un químico llamado William Perkin, quien explotó su descubrimiento en la industria y se volvió rico. Su éxito atrajo a una generación de seguidores, ya que jóvenes científicos entraron al campo de la química orgánica para obtener logros semejantes. En las últimas décadas del siglo XIX, textiles, pinturas y otros artículos en colores como rojo, carmesí, azul y púrpura se habían vuelto asequibles.

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El cuadro «El dormitorio» tal y como lo conocemos, con las paredes de color azul

Según Haswell «Una de las desventajas de vivir en un entorno tan cambiante, donde los pigmentos eran muy nuevos era que no siempre se sabía su resultado final. «La industria química había crecido enormemente y se crearon todo tipo de colores, pero no se sabía cuánto tiempo permanecerían estables. Algunos pigmentos no eran estables. «Ese fue el caso del violeta usado por Van Gogh utilizado para pintar las paredes de su habitación en Arles. Esto se debió a que el pigmento rojo del color púrpura se desvaneció antes de tiempo, probablemente en vida de Van Gogh, quedando sólo el azul con el que había sido mezclado.

Para Marije Vellekoop, directora de colecciones e investigaciones del Museo Van Gogh el color original presenta una imagen más suave. La púrpura y el amarillo no son «un contraste duro, tal y como como pensamos ahora». «A través del color tan sólo quería expresar tranquilidad y una sensación de descanso.» Según la teoría del color el violeta y el amarillo son colores complementarios. «Teóricamente tienen que reforzarse mutuamente». «Para mí, las paredes de color púrpura en el dormitorio generan una imagen más suave. Se confirma que se aferra a la teoría del color tradicional, con el morado y el amarillo, y no con el azul y amarillo. «

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A partir de septiembre dos versiones de «El dormitorio» de Vincent Van Gogh de aparecerán una junto a la otra en la exposición, una perteneciente al Museo Van Gogh y la otra prestada por el Instituto de Arte de Chicago. Van Gogh pintó tres versiones de este cuadro entre 1888 y 1889, y ahora todos tienen las paredes de color azul pálido. Ahora, Los científicos y conservadores han creado una reconstrucción digital de lo que podría haber sido la pintura original cuando la pintó Van Gogh, con las paredes de color violeta, y que también formará parte de la exposición. 

En el mundillo del arte, de la Historia del Arte más bien, este tipo de noticias, aún siendo importantes, no suelen causar perplejidad. Son conscientes que las obras de arte que tienen más de un siglo están compuestas por materiales que con el tiempo acaban por deteriorarse. Esto se hace aún más patente en obras del siglo XX, pues tanto los nuevos colores sintéticos como los materiales utilizados con las nuevas técnicas como el ensamblaje, el collage, etc… son proclives a un rápido deterioro. Un ejemplo es la rehabilitación de algunas de las obras de Damien Hirst, obras pertenecientes a la serie «Historia Natural» (tiburones, vacas y ovejas preservados en tanques de formol), que en diez años ya han tenido que ser retocadas.

Para finalizar, quisiera mencionar un exquisito artículo escrito por Angel González García  (premio nacional de ensayo 2001) que nos remite al uso del azul-violeta en la pintura de la segunda mitad del siglo XIX. El texto lleva por título «Isótopos del azul» y forma parte del libro compilatorio «Pintar sin tener ni idea» (Lampreave). De este texto quisiera rescatar este fragmento con el que quiero finalizar este post.

Charles Blanc, en su libro Gramática de las artes del dibujo cuenta una sabrosa anécdota sobre el contraste entre el violeta y el amarillo, su contraste en acción; en movimiento. Un día en el que Delacroix no conseguía hacer destacar en un cuadro un tejido de color amarillo, llamó a un coche de punto para acercarse al Museo del Louvre y ver como habían resuelto el problema Rubens o el Veronés, como habían obtenido aquellos <<amarillos tan brillantes>>. De eso se trataba, de luz más que de tono. <<Era allá por 1830, y había entonces en París muchos cabriolés pintados de amarillo canario. Fue uno de esos coches el que enviaron a su casa. En el momento de montar, Delacroix se paró en seco al observar, para sorpresa suya, que el amarillo del coche producía violeta en las sombras. Despidió al cochero inmediatamente, y de vuelta a casa en un estado de gran agitación aplicó enseguida la ley que acababa de descubrir>>. Es una escena soberbia y llena de movimiento. La historia de la pintura moderna comienza con el pie de de Delacroix  en el estribo de ese cabriolé, con esa parada en seco: con la revolucionaria decisión de volver a casa;  con esta revelación de que la pintura no se hace en los museos, sino en la calle…

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Paleta de Van Gogh

Fuente: New York Times

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