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Arquitectos: Archea Associati
Ubicación: Bargino, San Casciano in Val di Pesa, Firenze, Italia
Equipo De Proyecto: Laura Andreini, Marco Casamonti, Silvia Fabi, Giovanni Polazzi
Supervisión Artística: Marco Casamonti
Asistente Dirección Artística: Francesco Giordani
Ingeniería: HYDEA
Cliente: Marchesi Antinori srl
Fotografías: Pietro Savorelli, Leonardo Finotti
Año: 2012
Presupuesto: € 85,052,831

Italia, y sobre todo los italianos, parecen estar redescubriendo la cultura del vino.  Este es el caso de Marco Casamonti y su estudio con sede en Florencia, Archea y su diseño para la bodega Antinori de Bargino (Chianti). Situada en el pueblo de San Casciano in Val di Pesa, a medio camino entre Florencia y Siena, la bodega se asienta entre viñedos típicos de Chianti. Un cliente culto e iluminado ha hecho posible conseguir, a través de la arquitectura, la mejora del paisaje y el entorno como expresión cultural del lugar donde se produce el vino.

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Los aspectos funcionales se han convertido en una parte esencial del de diseño. Este se centra en la experimentación geomorfológica de un edificio entendido como la expresión más auténtica de una simbiosis y de una fusión entre la cultura antrópica, el trabajo del hombre, su entorno de trabajo y el entorno natural. La construcción física e intelectual  de la bodega en profunda relación con la tierra, una relación intensa y sufrida, ha generado una imagen arquitectónica oculta y en simbiosis con ella.

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El objetivo del proyecto ha consistido en fusionar el edificio y el paisaje rural; el complejo industrial parece ser una parte de este último gracias a la azotea. Esta se ha convertido en una parcela de tierra cultivada con vides, interrumpida mediante curvas de nivel, por dos cortes horizontales que permiten a la luz penetrar en el interior, proporcionando a quienes están dentro del edificio una panorámica del paisaje a través de la construcción imaginaria de un diorama.

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La fachada se extiende horizontalmente a lo largo de la pendiente natural y las hileras de vides junto con la tierra, forman la “cubierta de la azotea”. Las aberturas o cortes  revelan discretamente el interior: la zona de oficinas, organizada como un mirador en la parte superior, y la zona de embotellado y almacenamiento se disponen en la planta inferior. El corazón aislado de la bodega, donde el vino madura en barricas, transporta, con su oscuridad y la secuencia rítmica de las bóvedas de terracota, a una dimensión sacral de un espacio oculto para garantizar las condiciones termohigrométricas ideales para la maduración lenta del vino.

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La sección arquitectónica del edificio revela que la disposición altimétrica sigue el proceso por gravedad en la producción de las uvas – desde su recepción, a los tanques de fermentación de la bóveda subterránea –. Por el contrario, los visitantes  ascienden desde el aparcamiento a la bodega y los viñedos. Pasan a través de las áreas de producción y exhibición para la prensa, la zona de envejecimiento del vino, para finalmente llegar al restaurante y el piso que aloja el auditorio, el museo, la biblioteca, las áreas de degustación de vinos y el punto de venta.

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Las oficinas, las áreas administrativas y oficinas ejecutivas, ubicadas en el nivel superior, responden a una secuencia del patio interior iluminado por agujeros circulares repartidos por todo el techo. Este sistema también sirve para dar luz a la casa de huéspedes y la vivienda del conserje. Los materiales y tecnologías evocan la tradición local con simplicidad, expresado coherentemente con el en el uso de la terracota y en la conveniencia de utilizar la energía producida naturalmente por la tierra para enfriar y aislar la bodega, creando las condiciones climáticas ideales para la producción de vino.

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Fuente: Plataforma Arquitectura

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