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Últimamente se está hablando mucho de una vieja historia, tal vez no muy conocida pero en absoluto novedosa, sobre los gustos culinarios de Charles Darwin. Resulta que al padre de la Teoría de la Evolución por Selección Natural le gustaba comer toda clase de animales.

Esta historia tiene una   parte de biografía y otra parte apócrifa. Según lo que se sabe, Darwin perteneció en su juventud al Gourmet Club (más conocida como “The Glutton Club”, el “club de glotones”), una sociedad gastronómica que tenía por objetivo cocinar y ofrecer a sus miembros al menos un ejemplar de cada animal que existiese, o en sus palabras «degustar todos y cada uno de los pájaros y bestias que han sido conocidos por el paladar humano». Fue miembro de dicho club y entre los platos que degustaron aquellos ilustrados ingleses estaban el halcón y el avetoro (un tipo de garza). Darwin abandonó aquel grupo tras degustar un búho, cuyo sabor describió como “indescriptible” y que le provocó una tortuosa digestión. Otros miembros del Club fueron: Whitley, quien llegó a ser canónigo honorario de la catedral de Durham, Heaviside quien se convirtió en canónigo de Norwich; Lovett Cameron, más tarde vicario de Shoreham, y Watkins, el  futuro archidiácono de York.

Aunque dejó de pertenecer a dicho club, Darwin fue famoso por guisar y comer todas y cada una de las especies que descubrió a lo largo de su vida. Durante el viaje del Beagle comió armadillos, dijo que tenían «el sabor y el aspecto de pato «, un anónimo roedor de color chocolate que según él era «la mejor carne que he probado «. Probablemente fue agutí. Incluso en la Patagonia se comió un puma (Felis concolor), aunque en su defensa es justo apuntar que pensaba que se trataba de un venado. Hay que reconocer que realizaba esta tarea con gran pasión, como atestigua el caso del Ñandú de Darwin (Rhea darwinii), que persiguió durante mucho tiempo, y cuyos huesos envió al Museo Británico de Historia Natural una vez terminó de comer. Tampoco se salvan en esta historia los galápagos de Darwin, que fueron capturados para ser usados como comida durante el viaje del Beagle, durante el cual terminó de dar forma a su teoría.

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En las Galápagos, Darwin tuvo oportunidad de catar las especies locales como la Iguana de las Galápagos ( Conolophus subcristatus ). En la isla James de las Galápagos, Darwin devoró unas cuantas porciones de tortuga gigante. Sin darse cuenta de la importancia de las tortugas gigantes para su posterior teoría de la evolución, 48 de estas tortugas fueron cargadas a bordo del Beagle, y Darwin y sus compañeros del Beagle se las comieron. Lo hicieron celebrando una fiesta Phylum, que es una comida compartida que contiene el mayor número de especies diferentes como sea posible. Una comida realizada por los biólogos el 12 de febrero para celebrar el cumpleaños de Darwin.

Convendría evitar juzgar a Charles Darwin por este hecho, y menos aún desde nuestra perspectiva. Estos hechos hay que verlos en su contexto histórico. En aquella época, pertenecer a un club gastronómico era una señal de estatus, pues eran muy selectivos a la hora de escoger a sus miembros. A esto hay que sumarle que no se conocía nada sobre la conservación de la naturaleza, un problema del que se empezó a ser consciente muy a finales del siglo XIX.

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Y la parte apócrifa de la historia nos permite otra explicación. Todo lo siguiente lo explicó en su momento JBS Haldane, uno de los más conocidos discípulos de Darwin, y lo hizo con la intención de aportar algo más que engrandeciese la figura de su mentor. Según Haldane, los gustos gastronómicos de Charles Darwin eran conocidos en su época, y su intención al degustar cada nueva especie descubierta era de carácter científico. Pensaba que, al igual que se podía establecer un linaje por métodos visuales utilizando la anatomía comparada, lo mismo podría hacerse con otros sentidos. Es decir, trató de establecer de quién podían haber evolucionado algunas especies de ave por su canto, reptiles por su tacto… y todos los animales, por su sabor.

He aquí pues, que el insigne Charles Darwin puede ser considerado como el precursor de la Gastrociencia en la Nueva Cocina Moderna.

Nota: En 2009 se estableció una “sucursal” de The Glutton Club distante de Darwin en el espacio-tiempo: tiene su sede en San Sebastián y, aseguran sus miembros, allí nunca se sirven especies en peligro de extinción.

Visto en YahooLa Información

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