En francés, el término «le corveau» (el cuervo) posee varias acepciones, aparte de la principal que designa a la conocida ave. Sin embargo, existe una, que me resulta muy atrayente por el propio origen del término. En francés «le corveau» (el cuervo) designa al autor de cartas anónimas y difamantes. ¿De dónde proviene esta expresión? El cineasta Henri-Georges Clouzot se inspiró en la historia real de Angèle Laval para la realización de su película «Le Corveau» (1943), rodada en la horas sombrías de la ocupación alemana; película vetada por la Resistencia y la prensa comunista de la época, prohibición que no se levantó hasta 1947 por tocar un tema sensible como es el de la delación en una época sensible para los franceses como fueron los años 40.
La historia de «El cuervo» se inspira en la historia real de Angèle Laval. Entre 1917 y 1922, una epidemia de 110 cartas anónimas se abatió sobre el pequeño pueblo de Tulle que tenía en la época 13.000 habitantes. Colocadas en las cestas de la compra, abandonadas en las aceras, en el el borde de las ventanas e incluso en los bancos de las iglesias o en el confesionario, centenares de cartas denunciaban las infidelidades de unos, la mala conducta de otros y alimentando multitud de rumores e inquietando a sus habitantes.
El caso Angèle Laval: «El Ojo del Tigre»
A principios de diciembre de 1917, un acontecimiento sin gran importancia pero raro y verdaderamente sórdido, sucedió a costa de una tal señora Laval.
La Señora Luise Laval era una honrada viuda conocida en la ciudad. Vivía en casa una particular construida en la época de Luis XIII, situada no lejos de la catedral. Tenía dos hijos. El primogénito, Jean, casado, trabajaba en la prefectura, donde tenía el puesto de jefe de negociado. Y su hija, Angèle, de 31 años, soltera, también empleada en la Prefectura, en el departamento de contabilidad. Encontró su trabajo gracias al apoyo de su hermano, teniendo como superior jerárquico directo a un tal Jean -Baptiste Moury, de 40 años, recientemente casado con un esteno-dactilografa de 22 años, Maria Antonieta Rioux.
La vida de la señora Laval era bastante anodina, vivía con su hija en una vivienda modesta, iba a misa todos los domingos: no es pues un perfil para excitar celos o suscitar curiosidades malsanas. Sin embargo, un día, Luise Laval recibe una carta anónima, una carta que comienza por «Maldita…», una carta llena de injurias, obscenidades y detalles pornográficos. La carta, además, recomienda a su hija Angèle desconfiar de su jefe de departamento, Jean-Baptiste Moury, pues, según dice el misterioso corresponsal , éste la denigra. Luisa Laval quema esta extraña y repugnante carta. Pero la señora Laval no ha terminado con este extraño personaje que le ha enviado esta carta. Le seguirán otras cartas; la misiva es tan sólo la primera de 110 cartas anónimas que van a ser expedidas durante los próximos cuatro años siguientes.
Seguirán apareciendo misivas dirigidas no sólo a señora Laval, sino también a otras personas aparentemente honradas y honorables de la ciudad… Al principio nadie habla. Cada destinatario guarda la carta infamante recibida. Luego, enseguida se desatan los rumores. Empiezan a preocuparse. Los destinatarios de los correos, hombres y mujeres, se escandalizan abiertamente. El misterioso corresponsal les atribuye los peores vicios en pensamiento o palabra, por acción o por omisión.
¿ Tiene razón el misterioso redactor de las cartas ? ¡ en efecto, sabe acaso cuán «honrados» y «honorables» son estos calificativos que designan a menudo a aquellos cuyas bajezas simplemente no han sido reveladas aún …! ¡Entones, «El Ojo del Tigre «, el extraño firmante de estas misivas, tiene la intención de descubrirles a todos!
Parece cosa de risa. Bueno, pero no para todos, por supuesto …
En Tulle, a principios de 1918, todos se miran con recelo: ¿Quién será el-la siguiente en estar en el punto de mira de las «revelaciones»? ¿Y quien escribe estas cartas anónimas que agitan las conciencias, que amenazan, calumnian, que ponen en guardia y siembran la confusión en los hogares?
«El Ojo del Tigre » ataca por primera vez al prefecto : «¡ Tu perra esposa se ha convertido en una experta en satisfacer los caprichos de sus clientes masculinos (…) Si no tuvieses los riñones tan gastados, tu esposa no estaría obligada a utilizar los servicios del barrendero municipal ! «. Pero pronto aumenta el alcance de los ataques a diversas personalidades de Tulle.
El procedimiento del «Ojo del Tigre» es muy inteligente: no insulta necesariamente a los destinatarios de sus cartas. A fin de que éstas sean leídas:
- Difunde las calumnias sobre todo en el entorno profesional o personal.
- Un día revela los «secretos de familia» más o menos verificables sobre una determinada persona.
- Profundiza en el pasado (no siempre glorioso) de alguien.
- Arroja sospechas sobre la honestidad de algunas personas
- Realiza claras acusaciones sobre otros.
- Pregona infidelidades conyugales notorias e insinúa sobre las tentaciones de culpabilidad no materializadas
- Sabe también burlarse mediante un humor ácido
- Finalmente, a veces, desdibuja las pistas mediante alabanzas inesperadas y excesivas sobre algunas personas, como María Antonieta Moury, la esposa del jefe del departamento de Angèle Laval.
En resumen, «El Ojo del Tigre» práctica la desinformación y la calumnia a escala local de forma cruda y repetitiva. Sus acciones, sus «revelaciones», el objetivo que elige, todo alimenta la polémica. Es inútil vigilar la oficina de correos: «El Ojo del Tigre«, deposita sus cartas por la ciudad, directamente en los buzones, en las ventanas, en las entradas de las casas, en las cestas de la compra, incluso en el los bancos de la iglesia de Tulle y ¡hasta en el confesionario!
Las cartas de este maníaco, que definitivamente no respeta nada, aparecen a lo largo del año 1918 y continúan en 1919 y de nuevo en 1920 y 1921.
Echemos un vistazo a algunos extractos …
- El 1 abril de 1921, por ejemplo, Jean Laval, el hermano de Angèle Laval, recibe una carta instándole a desconfiar de Michel V., su jefe. «El Ojo del Tigre» califica a este último de «calumniador» (no le falta humor), y también con mayor severidad le llama «traidor, Judas, felón» y le acusa de enviar cartas anónimas atribuidas erróneamente a Angèle Laval pues, según «El Ojo del Tigre», la «odia, y tiene celos de ella«. V. es un «individuo sucio y feo» y «suda hipocresía por todos los poros de su piel» y cuyo progreso en la Prefectura se debe mucho al hecho de que … ¡su esposa es la amante del prefecto! Por el contrario, «El Ojo de Tigre» alaba al señor M., el cual es «bueno y legal» …
- El 20 de julio 1921 , «El Ojo de Tigre» notifica al Sr. D. (farmacéutico y reciente joven padre) , que es un «cornudo tal que no le caben las astas por la puerta» y que su esposa se emborracha. Esto empieza fuerte. Luego, a lo largo de dos páginas, «El Ojo del Tigre» se explaya contra diferentes habitantes de la ciudad, a los que tilda de «amante de …» o «ex-amante ...» o «divorciado«. Al cura de Tulle lo llama «cura fracasado«. ¡A otros, en cambio, los califica de «mosquita muerta» como a Angèle Laval. A J. lo llama («ladrón de harina«) y a Jean L. («cabeza de mermelada«)!
- (Carta del 19 de abril de 1921) <<Qué tenga cuidado con tener un cólico el día de su matrimonio, como lo tuvo aquella tarde cuando tuvo una cita en el bosque de Bachellerie con cierta dama de Tulle que engaña a su marido sin escrúpulos (Está de moda y abunda mucho este invierno). Aquel día, se limpiaba con hojas de roble pero para una noche de bodas, el vestido y sus bellos encajes, que dicen que posee Angèle, podrían sufrir daños.>>
En algunas cartas dirigidas a los hombres, «El Ojo del Tigre«, les advierte en el plano afectivo: «No se case con la señorita Laval pues tiene intenciones respecto a usted. Es una sirena, le encantará pero le hará infeliz«. También da consejos profesionales: «¡Cuidado con el Sr. Moury (el jefe del departamento de Angèle Laval), os calumnia con su amante! » ¿Asi que el tal Moury tendría una amante? …
Ocho días más tarde, el 28 de julio de 1921, «El Ojo de Tigre»reincide. La emprende con Madame F. cuya dudosa conducta y orígenes extraconyugales son, al parecer, notorios:
Madame F. est une voleuse, une salope, fille naturelle, elle est donc, Mme F., la fille d’une putain. Madame F. vola en mai 1919 un beurre de table chez Madame F., fruitière place Gambetta. La fruitière l’ayant surprise, elle lui sortit de la manche de son manteau de soie. Madame F. offrit 10 francs aux enfants de cette dernière, afin que son cornard de mari ne sache rien de l’aventure. L’honnête fruitière refusa. C’est Madame N., amie de Madame F. qui l’a dit…
Sales dévotes. Diables de bénitier. Madame F vola en décembre 1920 un saucisson chez T., et une pièce de veau chez B.. Récemment elle vola un poulet chez Madame B. ; et une boîte de bonbons au chocolat, en mars 1921, disparut de chez Madame L., comme la maîtresse à P. passait la porte.
En resumen, F. es una «sucia ladrona e hija de puta«, también le acusa de ser una «ladrona de mantequilla (un día de mayo de 1919″) en la frutería de la Plaza Gambetta «. Madame F. y su hija roban frecuentemente en las tiendas (salchichas, carne de ternera, pollo, medias y guantes …) mientras se muestran como remilgadas beatas: «sucias devotas«. «Diablesas del agua bendita» se deja llevar por la rabia «El Ojo del Tigre». También se mete con otras personas, de pasada, como F. cuyo hermano «se dice, que era un ladrón y murió en prisión«
No hay duda de que en Tulle ahora el ambiente se ha enrarecido. Todo el mundo sospecha, se mira con desconfianza, el desprecio y el miedo al ridículo se aposentan en la ciudad. Se espía. ¿Qué infamias verdaderas o falsas van a mostrarse en la plaza del pueblo? El ambiente se hizo insoportable en esta pequeña ciudad de provincias hasta entonces muy tranquila. Y han transcurrido 3 años y medio desde que empezó.
A finales de 1921, «El Ojo del Tigre«, logró un golpe espectacular: ¡Coloca en la puerta del teatro de Tulle una lista de 14 nombres de amantes emparejados …! La repercusión es, obviamente, enorme. Los que aparecen en la lista están horrorizados. Se sospecha, se denuncia…
El escándalo se hace público y el comisario se hace cargo de la investigación. Los días siguientes, la policía de Tulle no da crédito. Acostumbrados a las libertades del lenguaje, los policías estaban sorprendidos por el contenido de algunas cartas: «El Ojo del Tigre» había sobrepasado el estadio del refinamiento obsceno. A pesar de la apertura de una investigación policial, el envío de cartas no cesa Generalmente se trataban de acusaciones respecto a la fidelidad de los maridos o las esposas. La policía local no están acostumbrados a este tipo de actos. Además, la ciencia de la grafología era incipiente en aquellos días, les era imposible, incluso, vigilar todos los buzones e interrogar a cada persona que realizaba un envío por carta. Así que «El Ojo del Tigre» continuó enviando cartas, a un ritmo de una carta cada dos días.
El caso empezó a tornarse dramático en enero de 1921. Honoré Bertrand, un jefe de sección de la prefectura, recibe una carta escrita en estos términos: «Tu mujer te engaña con Legrand. Eres cornudo desde hace años y eres el único que no lo sabes«. Bertrand empezó a vigilar a su mujer al igual que a Legrand, que también estaba empleado en la prefectura. El jefe de sección descubrió que lo que decía «El Ojo del Tigre» era verdad. Despedido y situado en pleno centro del escándalo, Legrand, el empleado, se suicidó.
La investigación policial redobló sus esfuerzos por identificar al autor anónimos de las cartas, a partir de ahora, convertido en criminal. Se ordenó a los policías interrogar a cualquier persona que introdujese una carta en un buzón a fin de verificar la escritura del expedidor.
Sin embargo, no fue éste el procedimiento que llevó al arresto del autor. A principios de 1921, los investigadores recurrieron al cura de la catedral de Tulle. Este, denunció a Angèle Laval, una de sus parroquianas más fieles y encargada de impartir el catecismo a las niñas. El sacerdote explicó que durante una visita imprevista a la casa de Laval, había visto en un escritorio una carta idéntica a las enviadas por el «El Ojo del Tigre«. Comentó igualmente, que su parroquiana no podía haber recibido el correo ya que la carta estaba a medio escribir.
Angèle Laval fue citada por la policía pero negaba firmemente ser la autora de los anónimos. Nadie pudo confundirla. La madre de Angèle Laval le exhortó a revelar la verdad. Le acusó de haberle enviado la primera carta, le pidió explicaciones por los días que pasaba encerrada en su habitación y, sobre todo, que justificase el hecho de haber enviados dos cartas últimamente. Así supo Angèle Laval que había sido seguida discretamente por su madre.
Entonces Angèle Laval confesó la culpabilidad y se justificó de manera apenas creíble… En 1920, habiendo aceptado un puesto en la prefectura, Angèle, se había enamorado secretamente del señor Moury, su jefe de departamento. Con el paso del tiempo, Angèle Laval había esperado una invitación de este hombre pero, a finales del enero 1920, Moury le había anunciado su próximo matrimonio. Fue un desengaño amoroso lo que quebrantó a Angèle Laval y le incitó a vengarse de todos. Y fue el día siguiente cuando su madre recibió la primera carta anónima.
La confesión de Angèle a su madre no puso fin al asunto. La madre de Laval exigió a su hija que se suicidara; Angèle aceptó con la condición de morir acompañada de su madre. Ambas mujeres llegaron a un estanque próximo, el estanque de Ruffaud, y se echaron al agua. Dos pescadores se dieron cuenta que la madre se hundía pero sólo pudieron salvar a Angèle, que resistía y pedía auxilio. Finalmente,el cuerpo de la madre fue recuperado pero no pudo ser reanimada. Angèle Laval acababa de apuntarse su segunda víctima…
Angèle Laval fue juzgada en Tulle en abril de 1922. Su estrategia defensiva fue negarlo todo, hasta la evidencia. El peritaje grafológico, realizado por uno de los escasos especialistas de la época, la señaló, sin la menor duda posible, como la autora de las cartas anónimas. El tribunal también recalcó el hecho de que ninguna carta obscena había sido enviada tras el encarcelamiento de Angèle Laval.
Un psiquiatra declaró sobre la personalidad de la acusada, hecho que jugó ciertamente a favor de la misma. Angèle Laval fue descrita como una persona desesperada. El psiquiatra declaró: «la acusada es una persona frustrada e ingenua. Un ser, sobre todo, que, debido a circunstancias que no quiso precisar, recibió una profunda herida. El día en que Angèle Laval escribió su primera carta, debía tener la sensación de no ser nadie. Respecto a las palabras obscenas y los dibujos pornográficos, las conocía ciertamente, por lo menos teóricamente. Supongo que se trata del resultado de lecturas prohibidas o de conversaciones oídas de aquí o allá «.
Al final del proceso, Angèle Laval fue condenada a un mes de prisión y a una multa de cien francos. Fue un veredicto indulgente, emitido hacia a una persona inestable y desesperada y quien, en el fondo, jamás había deseado a la muerte de cualquier persona.
Después de su liberación, Angèle Laval pasó un año en un establecimiento psiquiátrico. Posteriormente, volvió a la casa que había compartido con su madre y vivió allí, sóla, hasta los 81. Angèle Laval murió en noviembre de 1967.
Un periodista del diario Le Matin, en su edición del 5 de diciembre 1922, describió a la acusada en el banquillo del tribunal con estos términos: » está allí, pequeña, un poco rechoncha, un poco encogida, bajo su vestido de luto, como ella misma ha dicho, igual que una pobre ave con sus alas replegadas. «. Si el periodista no emplea la palabra «cuervo«, la descripción lo dice todo.
Así pues, Loius Chavance y Henri-Georges Clouzot (autores del guión de la película) escogieron el cuervo, el ave de mal agüero, como la firma de las cartas anónimas, para el título de la película; la expresión se difundió posteriormente a lo largo de la geografía francesa. También hay que señalar que además de la película de Clouzot, este asunto también inspiró a Jean Cocteau para su obra de teatro, La Máquina de escribir, escrita en 1941.
La película ha inspirado al grupo de rap francés Svinkels, para su canción Le coubeau (del álbum Bons pour l´asile) que repite la historia, con algunas replicas, reescritas a su manera. Aquí debajo lo podéis escuchar.
Los anónimos de Angèle Laval: ejemplo de la eficacia de la poesía
El caso de Angèle Laval parecía olvidado o se recordaba como un oscuro episodio de la deprimente vida de provincias. Sin embargo, fue Paul Nougé, uno de los creadores del grupo surrealista de Bruselas, quien en 1928, reconoció en esta mujer la capacidad de subversión de los usos del arte. Nougé propuso los anónimos de Angèle Laval, que Marcel Mariën calificaría luego de <<tratado sobre la eficacia de la poesía>>, como ejemplo de unas relaciones más fértiles entre el arte y la sociedad. Nougé reconocía sinceramente la enorme capacidad de Angèle para actuar sobre el mundo en que vivía; de su capacidad para excitarlo e incendiarlo, y eso con métodos tan poco originales, tan vulgares y directos como el fuego. Ella, que conocía las <<reservas del mundo>> no hubiera tenido precio para una organización revolucionaria, concluía Paul Nougé¹.
En Paul Nougé, todo su trabajo de escritor se orienta a provocar un efecto bouleversant (desestabilizador) en el lector, de manera que lo impulse a inventar su vida transformando el mundo. La táctica de Nougé es sutil e insidiosa, pues al obrar sobre el inconsciente del lector por la vía de la desviación de diferentes lugares comunes, remite paradójicamente a una voluntad deliberada, reclama cada vez más conciencia. Para él, y para los miembros del grupo surrealista de Bruselas, todo arte consistía en el descubrimiento de combinaciones nuevas sobre una materia antigua.
Decía Walter Benjamin que « La eficacia literaria, para ser notable, – y esta frase habría podido ser escrita por Nougé – sólo puede nacer de un intercambio riguroso entre la acción y la escritura «².
Yo, por mi parte, soy bastante escéptico sobre el poder que tiene la literatura de cambiar el mundo. Sin embargo, y parafraseando a Italo Calvino, creo que «la literatura debe evitar cualquier actitud pedagógica o divulgativa; su peso político es muy modesto, quizá nulo, y si mucho puede tener el efecto de elevar el nivel de conciencia general; con buenos sentimientos no se construye nada; la actitud poética coincide en esto con la actitud científica.»
Hace poco escuché en la radio a Guillermo Solana, el director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, definir el arte con las palabras del filósofo italiano Dino Formaggio: «arte es todo aquello que los hombres llaman arte». Solana intentaba sobrepasar el concepto convencional de arte considerado como «cualquier actividad o producto realizado por el hombre con una finalidad estética, a través de la cual se expresan ideas o emociones.» Sin embargo, «a veces, utilizamos la palabra «arte» con un sentido valorativo y lo que estamos diciendo es que estamos viendo algo admirable. Y claro, desde ese punto de vista, no todo lo que se define sociológicamente como arte es digno de admiración.» En la actualidad, el vocablo «arte» tiene una extensa acepción, pudiendo designar cualquier actividad humana hecha con esmero y dedicación, o cualquier conjunto de reglas necesarias para desarrollar de forma óptima una actividad: el toreo, la gastronomía, un robo, el asesinato (se puede hablar incluso del arte de un determinado crimen, si está ejecutado con virtuosismo, con pericia técnica.) … son disciplinas en las que hay un componente artístico en la medida en que existe ese componente valorativo: hay una consecución admirable, qué talento tiene el que ha hecho esto. Así, el empleo de la palabra arte para designar la realización de otras actividades ha venido siendo sustituido por términos como «técnica» u «oficio». Si técnicamente hay algo de admirable en aquello, si el oficio de quien lo ha hecho es asombroso, entonces decimos «qué arte tiene». Incluso aunque el producto no tenga nada que ver con lo que llamamos «bellas artes». La gente se enreda mucho con esto pero son problemas de análisis de términos que se despejan con una explicación acerca de en qué sentido usamos las palabras.
De lo anteriormente dicho, podemos sacar varias consecuencias: los anónimos de Angèle Laval podrían considerarse un modelo de eficacia literaria, en el que la ecuación escritura-acción es la forma adquirida por el arte como modelo subversivo, con todas sus consecuencias. Desde este punto de vista, los anónimos de Angèle Laval, son similares en su concepción al concepto estético de Joseph Beuys: ««el arte es la acción, la vida».
Lucas 5:37,38
Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán,…
Pero, uno se pregunta, en nuestra «sociedad de malestar» ¿es posible utilizar el modelo de Angèle Laval para desestabilizar, concienciar ó «cambiar el mundo«? Ese mundo formado por la gran mayoría de la sociedad civil debería ser consciente de que las conquistas sociales, políticas y económicas, que hemos alcanzado y que están en grave peligro, no han sido regalos divinos ni concesiones espontáneas de las clases dominantes, muy al contrario, han sido producto de pertinaces y encarnizadas luchas con pérdidas humanas de las generaciones que nos han precedido, y que nosotros pusilánimes y acongojados no vamos a ser capaces de transmitir en herencia a las futuras.
Pueblo de cobardes, como somos, ¿acaso no podemos contar la verdad o revelar los secretos de aquellos que tememos? Superiores del trabajo, miembros de la casta política, familiares, compañeros de trabajo …
Claro que se puede utilizar el modelo de las cartas anónimas de Angèle Laval; siempre y cuando tomemos las medidas de precaución necesarias para evitar nuestra identificación. (Evitar escribirlas a mano pues hoy en día la grafología nos delataría, evitar los buzones en vías públicas con cámaras… no lo ponen fácil. Pero en la era digital disponemos de «nuevos medios» para decirle a a alguien -básicamente cualquier persona que tenga dirección de email – algún secreto o revelar la verdad sobre algo que lleva tiempo haciéndote sentir incómodo? Por ejemplo, Leak es una herramienta simple que te deja en el anonimato. Se trata de una aplicación web que no requiere registro o iniciar sesión, por lo que el único dato “obvio” que te podría vincular con el mensaje que envíes sería la IP, o, desde luego, si escribes tu nombre o cualquier pista que haga al destinatario intuir tu identidad fácilmente. Si además de enviar un correo anónimo, no quieres dejar rastro en la web de tu ubicación, tendrás que ocultar tu dirección IP, por lo que debes usar Tor, o cualquier otro proxy o servicio de VPN antes de utilizar los servicios siguientes para mantener el anonimato en Internet. Aparte de Leak existen cantidad de sitios para enviar correos anónimos. Aquí os dejo un gran número de ejemplos.
Como véis, la opciones para utilizar el anónimo como modo de concienciación son diversas y perfectamente factibles. Es necesario, tan sólo voluntad de hacerlo, ¿Podemos (Tomorrow belongs to me)? Sin embargo, habrá gente que tilde a este tipo de acciones de cobardes. Puede ser, ¿pero acaso no lo somos viendo el panorama histórico por el cual nos han hecho pasar nuestros gobernantes y ante el cual nos hemos mostrado dóciles y apaciguados cual corderos del rebaño nacional?
Además y como bien dice el pintor Eduardo Arroyo: «Creemos pertenecer a un pueblo muy valiente porque somos toreros, pero este es un país de cobardes. Somos unos cobardes patentados. Y en el mundo de la cultura más. Ese es el caldo de cultivo de la autocensura. Aquí nos callamos porque tenemos miedo de perder lo que no existe. O por no extraviar unas migajas de pastel que en verdad ni se ha cocido. Nunca he visto un país más autocensurado que este, ni más encorsetado, ni con más pensamientos púdicos. Y, por favor, inclúyeme entre esos. Nunca he querido ser ejemplar y a mi edad es algo que no me seduce demasiado.«
Así que, para un pueblo de cobardes como el nuestro, el modelo de Angèle Laval puede ser tan válido como hace 90 años. Todavía podemos mirar el modelo cultural francés y utilizar sus grandes posibilidades sin temor a que nos llamen afrancesados. Aún podemos (como nos repetimos… cuidado) nutrirnos de su cultura, pues otras parcelas como las revoluciones burguesas o el la utilización de la guillotina se nos han negado.
Fuentes: Existen dos libros dedicados al caso Angèle Laval:
- L’Œil de Tigre – La vérité sur l’affaire du corbeau de Tulle, de Francette Vigneron. 2004
- Le Corbeau – Histoire vraie d’une rumeur de Jean-Yves Le Naour, editado en 2006.
Además se pueden consultar los siguientes enlaces: Wikipedia, Agoravox.fr, Dossiers crimminels
¹Histoire de ne pas rire,<<Reconoissance d´Angéle Laval>> Les Lèvres nues, Bruxelles, 1956; L’Âge d’homme, Lausanne, 1980.
²Walter Benjamin, « Sociedad » en « Infancia berlinesa », en Dirección única, Madrid. Ediciones Alfaguara. 1987
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